A veces me avergüenzo de mi misma, de verme sentada frente al televisor sintiendo pena de la realidad nacional, me avergüenzo de mi propia familia que con un aire cínico comenta "Que pena" mientras en sus mentes sienten la satisfacción de que sea otra la persona que pase por las torturas cotidianas, por los fríos callejeros, por las injusticias omitidas.
Suelo caer en la desolación absoluta, escuchar a mis similares regocijarse con sus logros y sus bienes materiales, hundo me en la desesperación e impotencia al darme cuenta que formo parte de sus obstinados núcleos conformistas.
¿En que momento llegué a ser como ellos?